Mi posición ante el conflicto agropecuario

He efectuado algunos post sobre el conflicto, no muy profundos y sin opinión firme sobre el tema.

Este es un conflicto innecesario, inútil, producto de la falta de habilidad política y de exceso de prepotencia.

Un sector se ve perjudicado por una medida del Gobierno, por lo cual habría que analizar la justicia de la medida y los intereses del sector.

En principio habría que analizar si las retenciones son un impuesto o no lo son.

El decreto 125/2008 del Ministerio de Economía y Producción fue el motivo aparente del conflicto, conflicto que viene de antes, pero este fue el detonante.

Los grupos a favor del agro o, mejor dicho, en contra de esta medida tiene distintas historias y enfrentamientos entre ellos, aunque esa es otra cuestión, se unieron ante una medida, a pesar de las disidencias y diferencias de intereses.

Los derechos de exportación están previstos en el Código Aduanero, que a su vez, faculta al Poder Ejecutivo, bajo determinadas circunstancias, a imponer o modificar el derecho de exportación. Esas circunstancias son taxativas.

En definitiva el PEN está autorizado a efectuar modificaciones en los derechos de exportación que fueron creadas por ley de la Nación.

Claro que existen límites y objetivos. Honestamente la Resolución del Ministerio debió explicitar los objetivos y respetar los límites que devienen de otras normas y/o jurisprudencia, no pudiendo convertirlas en confiscatorias.

El Campo como cualquier sector económico pretende tener la mayor utilidad al menor costo, lo cual es lógico, normal y hasta deseable. No existe tal cosa como la «solidaridad», no tiene porque haberla.

Entonces tenemos por un lado un Gobierno con facultades acotadas a determinadas circunstancias y objetivos a incrementar la cuantía del tributo y un sector que naturalmente no quiere que se le imponga, hasta aquí la lógica de las circunstancias.

Un sector como el campo, no caracterizado por su conducta fiscal, tiene que tener por sus características altas rentabilidades dado que tiene que soportar ciertos tiempos de «vacas flacas».

El campo, lamentablemente, tiene una incidencia económica importante, no porque si misma se dadora de trabajo pero crea economías regionales importantes.

Ahora despojemos la cuestión de tecnicismos,  necesariamente insuficientes.

La economía requiere de estabilidad normativa para desarrollarse, caso contrario y como estamos acostumbrados los negocios requieren de rentabilidades enormes para  justificar el riesgo.

De pronto y con prepotencia, el PEN cambia las reglas de juego justo cuando estaban terminadas las inversiones cuyos rendimientos hoy están sujetos a un tributo que al momento de realizadas no estaban previstas, eso es un absurdo.

Lamentablemente, este conflicto, como dijimos antes, era innecesario sobre todo por falta de cintura política basada en la actitud soberbia del Gobierno.

En política no se puede ser autoritario y ser democrático.

Nadie le quita legitimidad al Poder Ejecutivo, en tanto se mantenga dentro de sus atribuciones, en síntesis no es un intento golpista pero si es desestabilizante, pero lo es por su propio peso.

El PEN no puede, salvo intenciones populistas y demagógicas, pedir solidaridad a los capitales pero puede cambiar reglas de juego sin que esas decisiones tengan consecuencias negativas, mucho menos puede decidir sobre el destino de los tributos, eso es una cuestión que corre por otros carriles, los impuestos no son para el PEN sino para que este y los otros poderes puedan cumplir determinadas funciones, para los cuales fueron elegidos y que prometieran en sus campañas, claro esto es una utopía para nosotros.

Tampoco puede ser inflexible sobre todo cuando aplica medidas confiscatorias y anticonstitucionales.

La inconstitucionalidad, en este caso, tiene muchas patas y una de ellas son los superpoderes, nefastos por cierto y a los que la presidente siempre rechazó cuando era legisladora, pero solicitó y aceptó con gusto cuando asumió su cargo.

En definitiva hoy convertimos una oportunidad en una crisis y hasta creo que el Gobierno, en cierta forma, ahora tiene un culpable y yo, yo no quiero un culpable, quiero una solución.

Por último, me pregunto qué tiene de malo que un gran productor o los ahora famosos pooles obtengan ganancias cuantiosas, no las obtienen con prebendas, sino con inversiones, las prebendas, si existen seguro han sido adecuadamente retribuidas a quienes las otorgaron.

No estoy a favor del campo, no estoy en contra del Gobierno, pero me pregunto: ¿tenemos un campo? ¿tenemos un Gobierno?

En fin, no se si se entenderá porque esto no tiene explicación. Pero que la dinastía que nos dirige respete las instituciones, porque es un poder, pero no es «el poder» y que los restantes poderes cumplan su función como deben, aunque soy pesimista, no existe tal división de poderes ni existen patriotas, ni de un lado ni del otro, tal vez el chico que fue enfrentado a la gendarmería lo sea en un futuro.