La llave de gas

LA LLAVE DE GAS

(Premiado con el 3er puesto, en el Concurso de Literatura, Categoría Cuento – C.P.C.E.C.A.B.A. – 2005)

Como todos los días, me levanté, prendí la TV y sintonicé el noticiario. Luego desayuné.

Me quedé mirando la TV y vi los platos y pensé: tengo tiempo todavía, prefiero lavarlos ahora así no tendré que hacerlo a la tarde. Así lo hice, en realidad, como todos los días.

Luego me aseé y me cambié, como todos los días.

Estaba cansado, hacía tiempo que estaba cansado.

Busqué las llaves y la carpeta que siempre llevaba conmigo, en realidad, no siempre era la misma carpeta. Acostumbra llevar una en la mano, lo que me servía para leer o escribir cuando viajaba o tenía tiempo libre.

El tiempo libre no es para no hacer nada, sino para hacer las otras cosas que uno no puede hacer durante el tiempo en que está ocupado.

Cerré la puerta y controlé que quedara cerrada.

Volví a abrirla, comprobé que hubiera apagado todas las luces. Estaban apagadas.

Nuevamente salí. Llegué, como todos los días, al ascensor y bajé a la planta baja.

Algo me inquietaba: ¿había cerrado la puerta del patio? Subí nuevamente.

Sí, estaba cerrada.

Volví a bajar y salí a la calle.

La calle de todos los días, dispuesto a tomar el colectivo de todos los días.

Como todos los días, iba al trabajo.

Pero ese día estaba cansado.

En la calle, me inquietó otra cosa: ¿Había cerrado la llave de gas?

Tuve el impulso de volver pero no tenía ganas, ya era algo tarde. Seguramente la había cerrado, lo hacía todos los días, como levantarme, ver el noticiario, desayunar, asearme, vestirme, tomar las cosas para hacer cuando no tenía que hacer nada, cerrar la puerta del patio y tomar el mismo colectivo.

Ese día estaba cansado.

Caminé el mismo camino de todos los días, para tomar el colectivo de todos lo días.

Como todos los días, saludé al carnicero y al almacenero.

¿Había cerrado la llave de gas?

Tuve el impulso de volver pero no tenía ganas, ese día estaba cansado.

Retomé el camino de todos los días.

Como todos los días, mientras caminaba por la misma calle para tomar el mismo colectivo, repasé lo que tenía hacer durante el día.

¡Uf! tenía muchas cosas que hacer, seguramente no podría hacer nada de las cosas que hacía cuando no tenía nada que hacer.

Tal vez mejor, ese día estaba cansado.

Como todos los días, me puse a pensar como podría cambiar algunas cosas en mi vida y que haría cuando volviera a casa.

Ese día estaba cansado, no tenía ganas de que esa noche, cuando regresara a casa, encontrara las facturas que debería dejar pendiente hasta que pudiera pagarlas o escuchar en el contestador el llamado de alguien que me reclamaba algo que tampoco podría cumplir.

¿Había cerrado la llave de gas?

Ese día estaba cansado y cuando estaba cansado pensaba en las cosas que me gustaría hacer y que ese día, al igual que el anterior y quizás el posterior, no podría hacer.

Tal vez viajar, ganar la lotería, conocer a alguna mujer que me interesara, reunirme con amigos y tantas otras cosas.

Como todos los días, estaba absorto en los temas de todos los días, pero ese día estaba cansado.

Caminaba por las calles de todos los días rumbo a tomar el colectivo, el de todos los días.

¿Había cerrado la llave de gas?

No me importaba, ese día tenía que hacer las cosas que hacía todos los días, pero no podría hacer todas las cosas que hacía cuando no tenía nada que hacer.

Llevaba mi carpeta, inútilmente, pero ¿quién sabe?, tal vez tendría algún momento en el que no haría nada y entonces podría hacer esas cosas que hacía cuando no tenía otras cosas que hacer.

Lo dudaba, ese día estaba cansado y tenía mucho para hacer.

Caminaba absorto por la calle de todos los días, a tomar el colectivo de todos los días, hasta que llegué a la esquina.

Me di cuenta de que no había hecho algo: saludar al quiosquero, volví y como todos los días me quedé un rato hablando con él.

No sé de que hablamos, no lo recuerdo, yo estaba absorto con otras cosas: las cosas que tenía que hacer, las cosas que haría cuando tuviera tiempo en el que no tuviera nada que hacer, las cosas en las que pensaba cuando estaba cansado y, sobre todo, si había cerrado la llave de gas.

No recuerdo cuando crucé la calle de todos los días, para tomar el colectivo de todos los días.

No lo recuerdo porque ese día estaba absorto en mis pensamientos y estaba cansado, así que crucé sin darme cuenta.

Supe que había cruzado porque, cuando recobré la conciencia, vi que no estaba en la calle de todos los días.

Por suerte me di cuenta, aún cuando pensaba si había cerrado la llave de gas, lo que seguramente me distrajo, además, de que estaba cansado.

Así que volví sobre mis pasos, solo me había pasado unos pocos metros.

Cuando llegué a la calle que cruzaba todos los días, había mucha gente mirando. También estaba la policía y una ambulancia.

Me acerqué a mirar, eso no pasaba todos los días.

En el suelo había un hombre y una carpeta, se lo notaba cansado pero en realidad estaba muerto. Había cruzado imprudentemente, seguramente absorto en sus propios pensamientos.

Le miré la cara y pude ver que era yo, aquella era mi carpeta. Ya no se me veía cansado.

Como toda la gente estaba apurada, rápidamente se dispersó y quedé allí yo, yaciendo en la calle de todos los días

A mi lado, estaba la carpeta en la que llevaba las cosas que nunca más haría, aún cuando ya no tendría mucho para hacer, ni haría nunca las cosas que me gustaría hacer, tal vez viajar, ganar la lotería, conocer a alguna mujer que me interesara, reunirme con amigos y tantas otras cosas.

Lo último que vi fue pasar el colectivo que tomaba todos los días y que ya nunca volvería a tomar.

Ya no me sentía cansado, de pronto me sentí contento y aliviado, recordé, perfectamente bien, que había cerrado la llave de gas.

Septiembre 2002

2 Respuestas to “La llave de gas”


  1. 1 Daniela 8 octubre , 2006 a las 3:34 pm

    Cada vez qeu se lee va dejando otra cosa mas para analizar , por que sera? Cuantas cosas hacemos sin pensar y tantas otras dejamos de hacer solo por estar inmersos en nuestras ocupaciones y obligaciones, claro que esto lo pienso ahora por que es domingo y me tome este ratito de tiempo libre que como decis no es no hacer nada es solo hacer algo que me gusta y que no puedo hacer cuando estoy ocupada. Gracias por compartirlo

  2. 2 Meiga 8 octubre , 2006 a las 4:03 pm

    Me encantó y me siento totalmente identificada. Un bico grande y gracias por compartirlo chuli 🙂


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El diario del Comandante

Bienvenido navegante, el hecho de que haya usado Comandante como apodo no tiene connotaciones políticas.
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Espero que encuentren lo que buscan o, al menos, que encuentren algo que les guste.

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